La gente se pierde una cita con una persona especial por un esguince de tobillo. Me da igual que la hayas conocido en Tinder o que tu madre te haya hablado del hijo o la hija de su mejor amiga.

Si tienes algún amante por ahí suelto también es importante que estés en plenas facultades físicas y mentales (de esto último no me encargo yo).

Se pierden muchas cosas si no acudes a esa cita entre ellas… tu ya me entiendes.

Y sobre todo, te ayudo a NO depender de los demás para que ese cuerpecillo que dios te ha dado funcione de la mejor manera posible.

Y cuando digo de los demás, me refiero:

Ni de tu pareja, ni de tus amigos, ni de tus hijos, ni de tus compañeros, ni de tu jefe, ni de tus empleados.

Al menos lo menos posible.

Y eso es algo que estresa mucho a mucha gente.

Ni idea de por qué estresa. Sospecho que es porque hasta ahora lo hacían todo del revés, pero me da igual, la verdad. No soy Paulo Cohelo. El motivo para el que estoy aquí ya te lo he dicho.

Bien.

Si has leído esta parrafada pese a no entender la relación entre la vida y fisioterapia, o al leer esto te asaltan un montón de dudas, o te parezco poco profesional, o un soberbio, o un vendehumos o todas esas cosas juntas… el problema no lo tengo yo. Si este es el caso no tiene ningún sentido que te apuntes.

Aclarado eso…

Cada día escribo un email con un consejo de fisioterapia. O de la vida, según quieras verlo.

Día que estás fuera, consejo que te pierdes.

Si quieres unirte a las miles de personas que los reciben, te apuntas ahí abajo: